
Cuando una pareja de ciervos se alimenta en el claro de un bosque, los dos animales nunca comen al mismo tiempo. Mientras uno de ellos hunde la cabeza en el pasto, el otro permanece atento a lo que ocurre alrededor. De esta manera, el ciervo vigilante consigue ver u olfatear cualquier signo de peligro. Escapar a tiempo es, para el ciervo, la mejor manera de protegerse de sus enemigos.
La vista, el olfato y la carrera son las mejores armas de estos animales, adaptados para la defensa y no para el ataque.
Artículo escrito por Manuela Meaca
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